Santos M. Ruesga (artículo publicado en la revista Ejecutivos, nº 234, julio de 2012)
Sí, puede parecer una afirmación muy tajante, pero en efecto estamos ante lo que podríamos denominar el tercer proceso de desamortización en la historia española. Me estoy refiriendo al proceso de desvinculación que se está llevando a cabo, casi finalizando ya, con las Cajas de Ahorros.
Probablemente recordarán ustedes, excavando en nuestro colegial aprendizaje de la historia de España, que a lo largo del siglo XIX se llevaron a cabo dos procesos, durante algún tiempo más o menos paralelos, de desamortización en el suelo hispano. El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “desamortizar” como:
1. Dejar libres los bienes amortizados.
2. Poner en estado de venta los bienes de “manos muertas”, mediante disposiciones legales.
Pues bien, eso es lo que a través de sucesivas modificaciones de la legislación sobre Cajas de Ahorros se ha hecho con ellas, dejar libres de adscripción a entidades sin ánimo de lucro poniendo los activos de estas entidades en estado de venta, tal cual si se les consideraran de “manos muertas”.