martes, 19 de febrero de 2013

El déficit y la deuda pública

Norberto E. García - negarcia@speedy.com.pe

Hemos argumentado en presentaciones previas que la política de austeridad fiscal extrema, más la devaluación interna y el ajuste del sistema financiero, no constituían una política económica que permitiera a España alcanzar una recuperación rápida del crecimiento económico. Por consiguiente, mantener ese rumbo era equivalente a estar dispuestos a mantener un muy alto desempleo y pobreza por muchos años. 

Las estimaciones recientes nos informan que todo el sacrificio impuesto al pueblo español durante el 2012, no se hizo para una espectacular mejora de la situación fiscal, si no para generar un resultado bastante pobre y peligroso para el futuro de España. 

Las últimas semanas del 2012 fueron testigo de un esfuerzo denodado del Gobierno por contener el gasto en todos los niveles a fines de llegar a fin de año con cifras del Déficit Público exhibibles. A pesar de ello, las estimaciones preliminares sugieren que el Déficit Público para el 2012 excedió todas metas anunciadas por el actual Gobierno. 

Recordemos que el compromiso inicial del Gobierno fue alcanzar un déficit de 4.5 por ciento del PIB. Esta meta fue revisada posteriormente, al tomar contacto con la realidad, y fue acordada una nueva meta más flexible con la UE de 6.3 por ciento del PIB. No obstante, las estimaciones preliminares sugieren que pese al denodado esfuerzo por contener y trasladar el gasto, el Déficit Público se ubicará en el 7 por ciento, y trepará a casi 8 por ciento si se incluye el costo del rescate de los bancos. En la práctica, todo el daño generado por una política económica de ajuste fiscal extremo exhibe como resultado un Déficit Público de 8 por ciento del PIB. 

jueves, 14 de febrero de 2013

I Encuentro Atlántico de Economía y Sociedad


CALL FOR PAPERS 


Académicos de la Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidade da Coruña, organizan el I Encuentro Atlántico de Economía y Sociedad, que se celebrará, los días 17 y 18 de junio de 2013 en el campus coruñés de ESCUELA DE FINANZAS (A Coruña). 


Las áreas temáticas del Encuentro son las siguientes: 
  • Finanzas y Desarrollo Económico
  • Finanzas, Regulación y Productos
  • Educación, Trabajo y Migraciones
  • Sector Agroalimentario y Globalización
  • Análisis Económico de la Crisis
  • Medioambiente y Desarrollo Económico
Con simultaneidad a las sesiones de trabajo del Encuentro se celebrarán una serie de debates abiertos y que contarán con la presencia de destacados especialistas, que tratarán de profundizar en aspectos singulares de esta sociedad y economía en profunda transformación. Tales debates versarán sobre: 
  • Relaciones Económicas Internacionales: El diálogo Atlántico-Pacífico
  • Las nuevas desigualdades: La Revolución de los Ricos (FORO SOCIOECONOMICO DE OLEIROS)
  • Logística y Comercio Internacional
  • El avance en la economía financiera y el mercado de trabajo
El Comité Académico preseleccionará, entre las ponencias aceptadas, un conjunto de doce ponencias que podrán, en caso de así desearlo los autores, publicar sus trabajos, una vez adaptados a las normas editoriales, en Atlantic Economic Review (Publicación del Colegio de Economistas de A Coruña eindiciada en Latindex y Econlit). 

En la página web www.encuentroatlantico.org se puede encontrar toda la información relativa a la organización de este I Encuentro Atlántico de Economía y Sociedad

martes, 12 de febrero de 2013

La Encuesta de Población Activa

Laura Pérez Ortiz - Augusto Plató

La Encuesta de Población Activa que elabora el Instituto Nacional de Estadística, sigue las directrices de las encuestas de este tipo (Labour Force Surveys, en su terminología inglesa), establecidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y así como marca la Oficina de Estadísticas Europeas (Eurostat). Para todos los estudiosos del mercado de trabajo, es la fuente de información más completa (El País).




La primera clasificación aparece por la definición de la edad legal para trabajar, que en España es 16 años (aunque en la mayoría de países europeos esta línea se sitúa en los 15 años).

A partir de la población mayor de 16 años, se distingue entre las personas activas (ocupadas o desempleadas) o inactivas (no desean trabajar). 

La población activa se define como población que puede y desea trabajar y, o bien está trabajando (ocupados) o está buscando activamente un empleo (desempleados o parados). 

Dentro de cada colectivo, se puede seguir clasificando según el tiempo que lleva en situación de desempleo (considerando a los parados de larga duración a aquellos que llevan más de un año en esa situación), o si son buscadores de su primer empleo o, por el contrario, han trabajado anteriormente.

Entre los ocupados hay varias clasificaciones importantes: según la jornada que trabajan, a tiempo completo o a tiempo parcial, según los sectores productivos en los que están ocupados, según trabajen por cuenta propia (con o sin asalariados a su cargo) o por cuenta ajena (asalariados), distinguiendo entre estos últimos entre los contratados por el sector público o el sector privado, y distinguiendo también a los asalariados según la duración del contrato, entre los indefinidos o los que tienen un contrato temporal.

En la presentación adjunta se ordena esta clasificación, con los datos correspondientes al conjunto del año 2012 (la media anual a partir de los cuatro trimestres del año), y es un primer paso para conocer una radiografía del mercado de trabajo en España.

martes, 5 de febrero de 2013

Indemnizaciones laborales y beneficios fiscales en el impuesto sobre la renta de las personas físicas

Domingo Carbajo Vasco - Augusto Plató

1. Nota previa

La crisis sistémica internacional, agudizada en el caso español por diversos factores económicos, políticos e institucionales, ha puesto de manifiesto, entre otras circunstancias, la infra tributación de determinadas estructuras financieras, por ejemplo, los supuestos de apalancamiento, es decir, de las operaciones de inversión o adquisición de bienes mediante crédito; de operaciones e instrumentos financieros en general y también de las retribuciones percibidas por determinados directivos, miembros de Consejos de Administración y profesionales, así como los derivados de relaciones laborales de alta dirección, en especial, cuando se “despiden” y son “indemnizados”. 

Esta reducida fiscalidad de retribuciones muy elevadas no sólo supone un atentado a la justicia tributaria y una pérdida relevante de recaudación, sino que acrecienta la desigualdad social y facilita la adopción de riesgos excesivos, “moral hazard”, por parte de tales personas, lo cual, a su vez, potencia la inestabilidad financiera y la irresponsabilidad. 

La generación de actividades puramente financieras, sin sustrato económico real o motivo económico válido, así como de un endeudamiento excesivo de las empresas y los particulares, se ha visto favorecida en España por un régimen tributario que, verbigracia, deducía de la base imponible de los impuestos directos: Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (en adelante, IRPF) y Sociedades (en adelante, IS) todos los pagos por intereses y gastos financieros, mientras que disponía de una fiscalidad compleja y contradictoria en los supuestos de retribuciones al capital propio, particularmente, los dividendos, facilitando, en suma, el endeudamiento excesivo de las entidades. 

viernes, 1 de febrero de 2013

Discursos ante la crisis y políticas económicas

Santos M. Ruesga, artículo publicado en la Revista Ejecutivos

Leía hace unos días una interesante noticia sobre el trabajo de interpretación de los discursos políticos ante la crisis de un grupo de lingüistas catalanes, encabezados por la profesora de la Universidad Pompeu Fabra, Montserrat Ribas. En esencia, el análisis de los colegas catalanes viene a decir que se está instalando un discurso acerca de la crisis presentándola como una especia de catástrofe natural, en la cual los hados del destino anulan cualquier búsqueda de responsabilidades sociales y/o políticas sobre la misma. No hay agentes que hayan inducido o espoleado, por ejemplo, los procesos financieros, tal como la expansión de productos derivados que titulizaban las hipotecas subprime, que están en la base de los episodios de burbujas financieras que coincidentes con otras nefandas actuaciones nos han llevado a la actual situación de profunda depresión económica. 

Así, señalan los citados lingüistas: “con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera importante determinar cómo se reparten sus cargas” (El País, 5 octubre 2012). Y de ahí el corolario inmediato que deducen algunos enfoques políticos y analistas asociados: no hay más que una salida a dicha crisis, que es la que se articula desde los poderes instituidos. 

Una vez instaurado este discurso, quienes cuestionan las políticas de ajuste y se resisten a los sacrificios que de estas se derivan son calificados como malos ciudadanos, como sugirió el Presidente Mariano Rajoy en Nueva York hace unas semanas[1] al ensalzar “a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de prensa”, en referencia a los actores de una de las innumerables protestas que en los últimos meses ocupan diariamente las calles y plazas de la capital de España. (En estos días, la prensa señala que “frente a las palabras de Rajoy, los sondeos indican que la mayor parte de los españoles opina igual que los manifestantes”). 

A partir de esta reflexión, pensemos por un momento que ocurriría si cambiara radicalmente el discurso instalado y tal como invitan a imaginar los académicos citados, en lugar del “relato de la catástrofe” se impusiera “el relato de la estafa”. Estaríamos buscando a los responsables de lo ocurrido, les estaríamos exigiendo responsabilidades políticas y penales, y demandaríamos cambios radicales en la regulación del sistema financiero, entre otros, para evitar que vuelva a repetirse el relato. “En este relato, el papel del ciudadano es totalmente diferente. No es de pasividad y resignación, sino de exigencia y reforma”, señalan los profesores de la Universidad catalana. 

Y hay aún un tercer relato posible: el de la crisis como “golpe de Estado del capitalismo”. En este relato, se interpreta que la recesión es utilizada para limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que permita someter a toda la población a los dictados del poder económico, en beneficio de éste. Discurso que “soto voce” circula de forma extensa tanto en las redes sociales de nuevo cuño (las que transitan por la red) como en las tradicionales (la amplia red de bares y otros establecimientos hosteleros, centros de socialización por excelencia de discursos colectivos). Lo que sin duda acerca leña al fuego del desencanto (o desapego) de una buena parte de la ciudadanía con los instituciones políticas y sus agentes gestores. 

Y es que un proyecto colectivo que busca la salida de la crisis debiera apostar por un discurso más cercano al aquí narrado en segundo lugar que a los otros. Dejando de lado lo que suena a contemplación autojustificativa de parte del mundo político, implicado de un modo u otro en lacras pasadas. Se trata, en suma, de avanzar sobre el pasado y ello exige sacar a la luz las responsabilidades no asumidas en aras de auspiciar nuevos entornos institucionales que generen confianza y mayor certidumbre, imprescindibles para abrir el camino al proceso de recuperación económica. Y evitar con ello, la extensión, a mayor escala aún, y la verosimilitud del tercer discurso. 

En consonancia con lo anterior, el cambio de discurso sobre la crisis conlleva necesariamente un enfoque alternativo en la política económica y su gestión, saltando de una ineficaz “política de austeridad”, ineficiente incluso para alcanzar objetivos de contracción del déficit público, a un nuevo enfoque que priorice de una vez el objetivo del crecimiento económico. Los hechos son a menudo tozudos y demandan un cambio en la interpretación de los mismos y en las formas políticas de abordarlos. 
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[1] Palabras pronunciadas en la en la sede neoyorquina de Americas Society / Council of the Americas:“Permítanme que haga un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios. No se les ven, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis”.
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