martes, 30 de abril de 2013

Anuario de Relaciones Laborales, 2013

Se publica por cuarto año el Anuario de Relaciones Laborales que elabora, coordina y edita la Unión General de Trabajadores.



En este año, se recoge la aplicación de la contrarreforma laboral, del RDL 3/2012, consolidada en la Ley 3/2012, en el que no se han visto florecer ningún tipo de brotes, ni verdes ni de otro color, en materia de empleo y condiciones de trabajo, sino más bien todo lo contrario. El volumen de empleo a escala estatal ha experimentado en el pasado año 2012 uno de los descensos anuales más acusados que conoce nuestra historia laboral estadísticamente documentada. 

Y, adicionalmente, se produce una intensa devaluación de los salarios, a partir de la entrada en vigor efectiva de la reforma, es decir del tercer trimestre de 2012. La tendencia descendente de los salarios reales, que ya venían moderándose desde 2009, moviéndose en una franja de crecimiento real inferior al 1 por ciento, se acelera de forma intensa para alcanzar una caída del 4 por ciento en el último trimestre de aquel año. 

El diagnóstico de los problemas del mercado de trabajo español en el que se apoya el discurso reformista en el campo de la legislación laboral, que atribuye su “ineficiencia” a una pretendida gran rigidez del mismo a causa de la “excesiva regulación” a la que está sometido y a una elevada rigidez salarial, parece que estaba bastante errado. Según tal diagnóstico la tasa de paro “natural”, derivada de tales rigideces, alcanzaría nivel muy altos y la solución, de hacer caso a esta hipótesis, pasaría por una profunda reforma laboral, en línea con las tres llevadas a cabo en los últimos tres años por gobiernos de diferente color político. Reformas laborales orientadas a desregular el mercado laboral, flexibilizando así su funcionamiento y a reducir sustancialmente los costes laborales absolutos en los que incurren las empresas españolas. 

Y es que los fundamentos teóricos en los que se han apoyado las diferentes reformas laborales habidas en las tres últimas décadas, pero de manera destacada la de 2012, suponen un profundo error de interpretación del mundo de las relaciones económicas, al concebir la competitividad entre las empresas como un problema de costes siendo así que la realidad pone de manifiesto que la mejora de competitividad ha de buscarse, básicamente y de forma duradera, a través del avance en materia de calidad y productividad (Ruesga et al., 2013).

(Aquí se puede consultar el índice del Anuario).

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