martes, 17 de marzo de 2015

Los nuevos amos del cotarro

José Manuel Lasierra - Universidad de Zaragoza y Santos M. Ruesga - Universidad Autónoma de Madrid
Una versión reducida de este artículo se publicó en El periódico de Aragón, el domingo 15 de marzo de 2015

La gran cantidad de noticias que esta sociedad de la información nos proporciona dificulta con frecuencia poder interpretarla y analizarla, para saber realmente con quien nos jugamos los cuartos. El bombardeo de flashes informativos y la complejidad de las situaciones no permiten ver las conexiones, las posibles causas subyacentes o el núcleo fundamental de las cuestiones sobre las que se nos informa. Y, sin embargo, en este marasmo, inconexo aparentemente, hay personas y sobre todo grupos poderosos que se mueven como pez en el agua y en un océano en el que la ciudadanía aparece como una simple e inerme marioneta al albur del oleaje informativo. Veamos algunos ejemplos recientes.


1. Son noticia los esfuerzos y las oscuras actuaciones de la industria tabaquera para reducir las medidas de las políticas antitabaco. Para descafeinar la directiva europea antitabaco, sólo Phillips Morris empleaba a 160 lobbistas. La industria tabaquera consiguió que 137 organismos de diverso tipo se opusieran a la directiva y pudo acceder a los más altos núcleos de poder legal y político de la Unión Europea en defensa de unos intereses espurios que atentan directamente (la ciencia dixit) contra la salud de los ciudadanos. 

2. Casi todo el mundo aprueba y valora positivamente el plan PIVE. Conseguir algo más barato, y más si es algo costoso como un coche, a todo ciudadano le place. No obstante conviene recordar que el objetivo de este Plan es fomentar la actividad productiva, o sea el empleo, estimulando el consumo. Ocurre que como no hay restricciones acerca del tipo de coche a subvencionar (seguramente no sería legal desde el punto de vista comunitario) cuando compramos un automóvil de gama alta, ¿saben donde se crea más empleo? En Alemania seguramente. Es lo que tiene tener en cuenta las cadenas productivas de los bienes de consumo. Pero no se preocupen, el plan se vende bien. La patronal ANFAC y el gobierno dicen que el Estado recauda más impuestos, IVA y matriculación, que las bonificaciones que concede. Así se podrá financiar el seguro de desempleo a los desempleados del sector. ¿Se acuerdan de la diferencia entre dar el pescado o proporcionar la caña de pescar? Pues analicen. Del plan PIVE del 2014 Rumanía parece haber sido el primer beneficiario.
3. La famosa lista Falciani de evasores fiscales y otros delincuentes que recibían asesoramiento del banco HSBC está en los medios desde hace semanas. Es el mismo banco con el que operaba el Sr. Rato y su familia por aquellos años en que era Ministro de Economía (rememoren, “el mejor Ministro de Economía” solían decir muchos de nuestros destacados medios de información). Y, al tiempo, con algunos asuntos públicos se operaba a través de ese banco, ¿o ya no se acuerdan la bondades alabadas de esa mezcla de lo público y lo privado que ensalzaban y practicaban algunos de nuestros más conspicuos gobernantes en tiempos de la era Aznar y tiempos ulteriores? Pues se lo recordamos. Estos días hemos conocido con amplia difusión en los medios que quien dirigía el HSBC en esos años, cuando se diseña el modus operandi para evadir, era un tal Stephen Green, sacerdote, lord, ex Secretario de Estado del gobierno del Sr. Cameron hasta fechas recientes, conocido como el banquero ético (sic). Había escrito un trabajo que titulaba: “Reflexiones sobre el dinero, la moralidad y un mundo incierto”, lo que parece muy apropiado para trabajar en la City londinense asesorando el cómo y dónde colocar patrimonios lejos de las insaciables garras fiscales de los Estados.

4. Grecia. Estamos sometidos a un auténtico bombardeo informativo acerca de las vicisitudes económicas y financieras de Grecia; desde el origen de sus problemas actuales o hasta su evolución más reciente. Sin duda vamos conociendo algo al respecto, pero en este juego malévolo de buscar culpables probablemente se nos ocultan otras muchas respuestas a interrogantes de interés y nos perdemos en buena medida del verdadero hilo conductor de la crisis griegas que, singularidades aparte, tienen mucho de la propia crisis de credibilidad de las instituciones europeas por la que hace ya algunos años venimos atravesando. Entre esos interrogantes no resueltos hay algunos llamativos. Por ejemplo, ¿por qué el presupuesto griego de defensa es tan elevado y mantenido en altos niveles en una situación de emergencia económica? Al margen del tradicional recurso a la enemistad greco-turca, poco justificativa para un país miembro de la OTAN, habría que conocer con detalle cómo una parte importante de las inversiones en ese presupuesto militar se destina a comprar armamento, fragatas, carros, etc., alemanes, de forma destacada. Y, a renglón seguido sabemos, según el Banco de Pagos Internacionales, de Basilea, que en el 2008, sólo los bancos alemanes tenían una posición acreedora en Grecia por valor de 44.440 millones de euros y los franceses de 88.958. Cinco años después, en 2013, han reducido esa posición de riesgo a 5.208 y 1.812 respectivamente. Lo que significa que sacan de la zona de riesgo griega unos 126.000 millones de euros para que, a cambio, las instituciones europeas a través de la recompra de bonos y otros instrumentos financieros emitidos por el país heleno asuman un riesgo crediticio que en estos momentos alcanza 141.800 millones. Lo que a tenor de las cuotas de participación de cada país miembro, correspondería a España en torno al por 13% ciento de esa cifra. Según la interpretación aireada de algunos de nuestros actuales ministros tal préstamo a entidades y administraciones griegas valdría para subir pensiones y extender seguros de desempleo. Pero, ¿por qué no leemos este proceso financiero de otro modo, desde su efecto final y lo interpretamos en cómo los españoles hemos contribuido a rescatar a los bancos alemanes, franceses y holandeses? Es decir, que en números redondos los bancos privados europeos escapan del riesgo griego gracias a las aportaciones de los ciudadanos españoles, entre otros. Sin formas diferentes de leer las mismas noticias. Valoren Ustedes. 

España es, sin dudas, un gran y generoso país. Con fondos públicos también contribuimos a rescatar, desde hace ya algunos años, a la banca europea sumida en un elevado nivel de riesgo por su exposición con entidades, entre otras, como Bankia (¿recuerdan, gestionada entre otros por el Sr. Rato?), con cantidades aportadas por el erario público, que doblan las anteriormente comentadas. Socializamos entre todos parte de las pérdidas en las que había incurrido por su mala cabeza (gestión). Los mismos bancos a los que, posteriormente, contribuimos a rescatar de su exposición al riesgo griego. Y ahora resulta que, a tenor de las interpretaciones de los ministros Guindos o Margallo, son los ciudadanos griegos (ahora infinitamente más endeudados que al inicio de esta inacabable Gran Recesión), desagradecidos ellos, los que han de hacernos reverencias por nuestra desbordante generosidad. Pagamos menos intereses, dicen, gracias a esos rescates, pero ¿y el capital también es menor? ¡Cómo nos hubiera gustado oír y ver defender a estos prohombres los intereses españoles diciendo que las deudas griegas con bancos privados alemanes y de otros países no las tenían que asumir los contribuyentes españoles, para, en fin, poder pagar pensiones dignas y subsidios de desempleo a nuestros parados! 

Y es que, alguien manda en Europa e impone su ley. Se dice de los últimos gobiernos griegos que han hecho múltiples trampas con las cuentas públicas, engañando a las autoridades europeas. Las mismas que les acusan de no abordar la ingente masa de fraude fiscal, pero también las que poco o nada hacen para poner coto al más ingente aún volumen de elusión fiscal (práctica muy apreciada y practicada por las grandes corporaciones transnacionales) que circula entre los países miembros al albur de los paraísos fiscales internos auspiciados por la desidia comunitaria y su desinterés por avanzar hacia un escenario de armonización fiscal. Y para ratificar tal inanición ante fraudes y elusiones, se premia a los artífices figuras destacadas de instituciones en ello implicadas: el ex presidente de un paraíso fiscal, con la presidencia europea, o un dilecto empleado de Goldman Sachs, empresa financiera que contribuyó activamente a hacer las trampas presupuestarias griegas, con la presidencia del Banco Central Europeo. 

En fin, lo que comienza a vislumbrarse tras este marasmo informativo es que algunos salen claramente beneficiados de este intríngulis financiero, en el cual los deudores (y atentos, la deuda pública española se acerca ya al 100 por ciento del PIB) tenemos poco que decir y corresponde a los acreedores decidir sobre cuánto y quién paga; los nuevos y auténticos amos del cotarro.

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