jueves, 12 de abril de 2012

Lo que nos dicen las estadísticas (de presión fiscal)

Alguien, creo que el Primer Ministro inglés W. Galdstone, dijo alguna vez que “había mentiras, malditas mentiras… y estadísticas” y, ciertamente, los datos son susceptibles de manipulación, plantean como todos sabemos (especialmente, en materia internacional) dificultades interpretativas, se debate la calidad de los mismos, las metodología utilizadas para su elaboración, su representatividad, etc.; mas lo cierto es que, en las sociedades modernas, cuándo queremos exponer tendencias, conocer la realidad social o económica, discutir y proyectar sobre la situación actual en cualquier rama del Saber, partimos de datos, de mediciones, porque, realmente, algo que no se puede medir, no es susceptible de una disputa científica seria. 

Para esto tenemos las benditas estadísticas. 


Pues bien, en unos momentos en los cuales el curso de las economías de la zona euro está dirigido por la nave alemana y, se supone, que la llegada al buen puerto, a la Luz de la Verdad que supondrá un nuevo amanecer para nuestras economías, requiere fuertes dosis de ajuste presupuestario, donde el manido “santo temor del déficit” público opera como imán de todas las Políticas Públicas, es importante volver la vista atrás, hacia las estadísticas fiscales. 

Los ortodoxos de la “lúgubre” Ciencia afirman que hay dos maneras de conseguir la estabilidad de las finanzas públicas: reducir el gasto o aumentar los ingresos públicos (sin duda, los ortodoxos han necesitado profundos estudios, tesis doctorales y atinados modelos macroeconómicos para conseguir llegar a tal importante afirmación) y que es mejor tratar de constreñir el primero que intentar aumentar los segundos. 

Sin duda, como tantas afirmaciones pretendidamente científicas, tras ese vulgar argumento (sic) se encuentra la ideología, pues en realidad lo que pretenden los sabios (¿es que toda modalidad de gasto público es “perversa” per se?) es destruir el Estado del Bienestar y la Red Social que conlleva y no desean aumentar los impuestos, pues tal circunstancia implicaría entrar en otros “peligrosos” debates, en especial, sobre la progresividad del sistema tributario, por lo que centrar el discurso en el área del gasto público, supone eludir cuestiones candentes en el sistema tributario español, caso de la distribución en los impuestos. 

Ahora bien, basta una estadística, para hacernos ver qué algo no se ha hecho bien en nuestro sistema fiscal y que sería necesario un aumento de la presión tributaria, al menos, para recuperar lo perdido bajo la égida del zapaterismo, ideología inane y pretendidamente socialdemócrata, cuyo eje central era la estúpida frase: “bajar impuestos es también de izquierdas”. 

Y, claro que se bajaron y por ese descenso de la presión tributaria estamos (en parte) donde estamos. Así, si utilizamos los últimos datos del documento de la OCDE, Revenue Statistics of Country Members, 1965-2010; sin duda, la estadística más relevante en materia de presión fiscal comparada en el mundo, tanto por su cobertura como por su tradición, la calidad de su metodología, etc., vemos inmediatamente que la presión fiscal española (ingresos coactivos/PIB) ha sufrido un dramático descenso durante la crisis económica.

A partir de http://www.oecd.org/document/60/0,3746,en_2649_34533_1942460_1_1_1_1,00.html#A_RevenueStatistics
En materia tributaria, en consecuencia, hemos vuelto a finales de la década de los 90 del siglo pasado, mientras que (¿será casualidad?) los países escandinavos, aquellos que están sorteando mejor la crisis económica: Dinamarca, Suecia, Finlandia, etc., siguen caracterizándose por su elevada recaudación…y su fuerte crecimiento económico. 

A lo mejor es que, frente a la visión “ortodoxa”, los impuestos altos aseguran el bienestar económico y el pleno empleo. 

¿Por qué no interesa debatir estas cuestiones y enseñar estas estadísticas? 

Sin duda, porque los “ortodoxos” aman unas estadísticas y a otras las ven como al Diablo. Nuestro deber, por el contrario, es defender a Satanás con sus pompas y sus obras y combatir la visión patética (que no angelical) de la realidad económica que tanto ideológico liberal, teñido de cientifismo barato, nos presenta. 

Domingo Carbajo Vasco - Augusto Plató

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