viernes, 1 de febrero de 2013

Discursos ante la crisis y políticas económicas

Santos M. Ruesga, artículo publicado en la Revista Ejecutivos

Leía hace unos días una interesante noticia sobre el trabajo de interpretación de los discursos políticos ante la crisis de un grupo de lingüistas catalanes, encabezados por la profesora de la Universidad Pompeu Fabra, Montserrat Ribas. En esencia, el análisis de los colegas catalanes viene a decir que se está instalando un discurso acerca de la crisis presentándola como una especia de catástrofe natural, en la cual los hados del destino anulan cualquier búsqueda de responsabilidades sociales y/o políticas sobre la misma. No hay agentes que hayan inducido o espoleado, por ejemplo, los procesos financieros, tal como la expansión de productos derivados que titulizaban las hipotecas subprime, que están en la base de los episodios de burbujas financieras que coincidentes con otras nefandas actuaciones nos han llevado a la actual situación de profunda depresión económica. 

Así, señalan los citados lingüistas: “con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera importante determinar cómo se reparten sus cargas” (El País, 5 octubre 2012). Y de ahí el corolario inmediato que deducen algunos enfoques políticos y analistas asociados: no hay más que una salida a dicha crisis, que es la que se articula desde los poderes instituidos. 

Una vez instaurado este discurso, quienes cuestionan las políticas de ajuste y se resisten a los sacrificios que de estas se derivan son calificados como malos ciudadanos, como sugirió el Presidente Mariano Rajoy en Nueva York hace unas semanas[1] al ensalzar “a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de prensa”, en referencia a los actores de una de las innumerables protestas que en los últimos meses ocupan diariamente las calles y plazas de la capital de España. (En estos días, la prensa señala que “frente a las palabras de Rajoy, los sondeos indican que la mayor parte de los españoles opina igual que los manifestantes”). 

A partir de esta reflexión, pensemos por un momento que ocurriría si cambiara radicalmente el discurso instalado y tal como invitan a imaginar los académicos citados, en lugar del “relato de la catástrofe” se impusiera “el relato de la estafa”. Estaríamos buscando a los responsables de lo ocurrido, les estaríamos exigiendo responsabilidades políticas y penales, y demandaríamos cambios radicales en la regulación del sistema financiero, entre otros, para evitar que vuelva a repetirse el relato. “En este relato, el papel del ciudadano es totalmente diferente. No es de pasividad y resignación, sino de exigencia y reforma”, señalan los profesores de la Universidad catalana. 

Y hay aún un tercer relato posible: el de la crisis como “golpe de Estado del capitalismo”. En este relato, se interpreta que la recesión es utilizada para limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que permita someter a toda la población a los dictados del poder económico, en beneficio de éste. Discurso que “soto voce” circula de forma extensa tanto en las redes sociales de nuevo cuño (las que transitan por la red) como en las tradicionales (la amplia red de bares y otros establecimientos hosteleros, centros de socialización por excelencia de discursos colectivos). Lo que sin duda acerca leña al fuego del desencanto (o desapego) de una buena parte de la ciudadanía con los instituciones políticas y sus agentes gestores. 

Y es que un proyecto colectivo que busca la salida de la crisis debiera apostar por un discurso más cercano al aquí narrado en segundo lugar que a los otros. Dejando de lado lo que suena a contemplación autojustificativa de parte del mundo político, implicado de un modo u otro en lacras pasadas. Se trata, en suma, de avanzar sobre el pasado y ello exige sacar a la luz las responsabilidades no asumidas en aras de auspiciar nuevos entornos institucionales que generen confianza y mayor certidumbre, imprescindibles para abrir el camino al proceso de recuperación económica. Y evitar con ello, la extensión, a mayor escala aún, y la verosimilitud del tercer discurso. 

En consonancia con lo anterior, el cambio de discurso sobre la crisis conlleva necesariamente un enfoque alternativo en la política económica y su gestión, saltando de una ineficaz “política de austeridad”, ineficiente incluso para alcanzar objetivos de contracción del déficit público, a un nuevo enfoque que priorice de una vez el objetivo del crecimiento económico. Los hechos son a menudo tozudos y demandan un cambio en la interpretación de los mismos y en las formas políticas de abordarlos. 
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[1] Palabras pronunciadas en la en la sede neoyorquina de Americas Society / Council of the Americas:“Permítanme que haga un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios. No se les ven, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis”.

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