Ana I. Viñas - Augusto Plató
Una particularidad de la crisis
económica por la que atraviesa España es la dirección que está tomando la
evolución de las rentas. Las cifras muestran que en esta situación de recesión
no todas las variables pierden, sino que algunas consiguen mantener tasas de
crecimiento trimestre tras trimestre, dando lugar a un cambio de marcador a su
favor, y que, sin las medidas oportunas, puede tener consecuencias estructurales
muy negativas para la vida socioeconómica del país.
Si se atiende a dos de los
componentes de las rentas en las Cuentas Nacionales, así se puede comprobar: el
Excedente Bruto de Explotación y Rentas Mixtas,
que representa las rentas del capital empresarial y de la propiedad, al margen
de lo ocurrido en 2009, ha ido resistiendo las patadas de los descensos
interanuales del PIB a lo largo de estos años.
Por el contrario, la Remuneración de Asalariados no ha
conseguido sostener cifras positivas de variación y su representación en el
total del PIB ha caído en este periodo, perdiendo 5,2 puntos porcentuales entre
el último trimestre de 2008 y el último de 2012. El otro equipo, sin embargo,
ha logrado ganar peso en el PIB total: 3,6 puntos porcentuales desde fin de
2008 hasta fin de 2012.
Pero no se trata de una situación
inherente a la crisis económica. En las ligas de otros países se pueden ver
resultados distintos. Salvo en el caso de Portugal, donde las rentas del
capital también han logrado adelantarse en el marcador, en muchos países
mantienen la estructura previa a la crisis y en otros, caso de Alemania, Francia,
Países Bajos, Finlandia y Reino Unido, el resultado es el opuesto: han ganado
peso las rentas del trabajo en detrimento de las rentas del capital.
A esta evolución hay que añadir
la situación estructural. Las economías más desarrolladas de la Unión Europea
presentan un peso más elevado de las rentas del trabajo frente a las del
capital. Por ejemplo, en Alemania, Francia, Reino Unido, Bélgica, Holanda,
Dinamarca o Finlandia, se observa una representación predominante de estas
rentas. Por el contrario, en las economías menos desarrolladas, las del este
europeo sobre todo, así como en Italia, España y Portugal, la situación es la
opuesta: dominan las rentas del capital.
Es una cara más de la recesión y
de la estructura económica del país, que junto al persistente y elevado
desempleo, por desgracia refleja la continuidad del deterioro de la calidad de
vida de la sociedad española y, en términos económicos, de los negativos
pronósticos de recuperación de la demanda vía consumo. Las previsiones de
invierno de la Comisión Europea señalan que el gasto en consumo privado caerá
en 2013 un 2,7%, 1,3 puntos porcentuales más que el descenso del PIB. Es más,
la inversión empresarial, según la Comisión descenderá un 6,6% y el gasto
público un 5,4%. Datos a los que se puede añadir una tasa de paro del 26,9%, y
en ascenso.
Así, más recortes y reformas
estructurales, unido a la ausencia de políticas de redistribución de la renta
adecuadas que dirijan los excedentes de las rentas del capital hacia la
inversión empresarial y el empleo, mantendrá el resultado “Capital 1 – Trabajo
0”, con consecuencias fatídicas sobre el nivel de bienestar de la población y
el desarrollo del país, tanto a corto como a largo plazo.
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