
Este informe se basa en datos extraídos de una encuesta no oficial, la Gallup World Poll, con datos comparables entre los distintos países. Entre otros indicadores utiliza la Satisfacción con la vida, medida de cómo las personas evalúan su ida como un todo, basada en la Escala de Cantril, que pide a la gente a valorar su vida actual en una escala de 0 a 10, y se calcula como el promedio ponderado de la suma de las diferentes respuestas. Y en cuanto a esos patrones promedio, hay una gran variación en la satisfacción de vida, de modo que, en términos generales, los países se dividen en tres grupos:
- el primer grupo de países tiene nivel relativamente bajo de satisfacción con la vida media en comparación con otros países, con un promedio de puntuaciones inferiores a 5,5. Este grupo incluye a algunos países de la OCDE (Hungría, Portugal, Estonia y Turquía) y algunas economías emergentes (China, Sudáfrica e Indonesia)
- un segundo grupo de países comprende gran parte de la OCDE y Brasil, y el promedio de los registros la vida las puntuaciones de satisfacción por debajo de 7
- finalmente, entre los países nórdicos europeos y algunos países de habla inglesa, el promedio de calificaciones de satisfacción de vida está por encima de 7
Por otro lado, los niveles de satisfacción con la vida tienden a cambiar con el tiempo. Dinamarca e Italia experimentaron un aumento en la satisfacción de vida medido por el período comprendido entre 1975 y 2000. Francia también experimentó un aumento en los niveles medios de satisfacción con la vida desde 1978, mientras que en Irlanda parece haber disminuido entre 1975 y 1987, pero mejora a partir de entonces. En Bélgica, sin embargo, la satisfacción de vida se redujo entre 1975 y 1985, y ha fluctuado en torno a este nivel más bajo después. En cambio, Reino Unido, Alemania y los Países Bajos no experimentaron ningún cambio a lo largo de este período.
Una de las conclusiones más interesantes en relación a la distribución de la satisfacción con la vida entre los países desarrollados, es que sólo hay una débil relación con el nivel de renta per cápita. Es decir, parece que la paradoja de Easterlin sigue vigente, dado que a pesar de que un aumento en los ingresos de un individuo conduce a un mayor bienestar subjetivo individual, el aumento en los ingresos medios de un país no da lugar a un aumento correspondiente en el bienestar subjetivo promedio del país. En este sentido, quizás sea conveniente reflexionar sobre qué es lo que hace nuestras vidas realmente mejores en relación al bienestar personal, qué estamos midiendo para evaluar estos aspectos y cómo lo estamos haciendo, incluso cómo pueden las políticas mejorar nuestras vidas si se tiene en cuenta las dimensiones no materiales del bienestar de los ciudadanos y de las naciones.
Elena Cachón-Augusto Plató
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