miércoles, 7 de diciembre de 2011

El largo camino de las mujeres hacia la igualdad laboral

Más de cuatro años han transcurrido desde que vio la luz la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, más conocida como la Ley de Igualdad, promulgada por el primer gobierno de Rodríguez Zapatero. 

El tiempo y los datos prueban que poco hemos avanzado en la eliminación de las desigualdades que mencionaba la Ley en su exposición de motivos: la violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar. 

Ante todo, hay que llamar la atención sobre las 276 víctimas mortales de violencia de género entre 2007 y 2010, siete mujeres más que en el periodo precedente a la Ley (2003-2006). 

Al margen de esta trágica cifra, la discriminación laboral persiste, volviéndose aún más sombría a raíz de la recesión económica. 

Estadísticamente la brecha de género sigue mostrando una amplia distancia en los indicadores del mercado de trabajo español, aunque podríamos felicitarnos por su reducción entre 2006 -año previo a la Ley-, y 2010 –últimos datos anuales publicados-. En términos absolutos disminuyen todas las cifras de desigualdad mostradas en la tabla. 

Sin embargo, si observamos con detalle, sólo la reducción de la brecha en el caso de la tasa de actividad tiene mérito propio: se debe al aumento de la tasa femenina. En el resto de variables, y a pesar de que mejora la brecha, “se esconden trucos” de interpretación muy relacionados con la recesión y con la negativa evolución del mercado de trabajo en este periodo: 
  • Desciende un punto la tasa de empleo femenina, que lo hace en menor proporción que la masculina, que cae casi doce puntos, facilitando el ajuste. 
  • El caso más llamativo se produce en la tasa de paro: aumenta la femenina, pero la brecha en desempleo prácticamente desaparece debido al fuerte incremento del paro masculino, mucho más acusado que el femenino. 
  • La tasa de temporalidad femenina se reduce más de diez puntos, casi la misma proporción que la masculina. Detrás se encuentra una simple explicación: la crisis económica ha hecho estragos sobre el empleo, en este caso, el temporal. Entre 2006 y 2010 se perdieron 666.000 empleos temporales femeninos. 
Las conclusiones empeoran al observar los niveles de responsabilidad y los salarios de las trabajadoras. Del total de mujeres activas en 2010, un 28% poseía estudios universitarios o de nivel superior, mientras sólo los tenía un 19% de los hombres. Como consecuencia lógica, las mujeres son mayoría (54%) en los puestos técnicos y profesionales científicos e intelectuales. Pero sorprende el hecho de que sólo cubran un tercio de los cargos de dirección de empresas y Administraciones Públicas. Y es que únicamente el 6,2% de las mujeres ocupadas llegaron a puestos directivos (EPA, 2010). 

No es de extrañar que existan fuertes diferencias entre los salarios de los hombres y de las mujeres. A grandes rasgos, y según la última Encuesta de Estructura Salarial, en 2009, la ganancia media anual fue de 25.001 € para los hombres y de 19.502 € para las mujeres. Así, el salario femenino supuso el 78% del masculino. 

No debe servir la crisis económica como una excusa para que empresas y Administraciones Públicas miren hacia otro lado y dejen en un segundo plano el objetivo social y económico de lograr la igualdad de género. Lejos de haber conseguido un cambio cultural definitivo en estos años, sigue siendo necesaria una vigilancia por parte de las autoridades competentes y una evaluación y revisión permanente de las medidas aprobadas hace casi cinco años.

Ana I. Viñas Apaolaza - Augusto Plató

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