martes, 28 de febrero de 2012

Desequilibrio de la negociación colectiva

Artículo publicado en El País el 28 de febrero (enlace al original)

Una semana antes de la aprobación de la reforma laboral, los protagonistas de la negociación colectiva, patronales y sindicatos, pactaron el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) donde, entre otras cuestiones, marcaban la estructura de negociación que deseaban para desarrollar las relaciones laborales. La reforma rompe con lo acordado, al modificar dicha estructura y establecer la prevalencia del convenio empresarial sobre los convenios de carácter sectorial. 

Esta actuación se entronca con la tradicional preferencia neoclásica de los convenios de carácter empresarial, a pesar de que la realidad no ha demostrado que sea mejor para los resultados del conjunto de la economía. Es una preferencia que muestra claramente el trasfondo neoclásico de toda la reforma: la idea fundamental de que la actuación individual es siempre mejor que la colectiva y, sobre todo, que únicamente mediante una reducción de costes (especialmente salariales) se puede incrementar el empleo. De la crisis de actividad económica que ha provocado la situación en la que nos encontramos no se dice nada ni se pone ningún remedio para atajarla. 

La limitación de la conocida como ultraactividad (es decir, la prórroga automática del convenio mientras se negocia el siguiente) tiene efectos muy dañinos porque puede provocar un vacío de regulación, especialmente en el caso de las pequeñas empresas sujetas a convenio sectorial y con mayores dificultades para negociar en el ámbito empresarial. De nuevo aparece la idea de señalar a las instituciones como los impedimentos al buen funcionamiento del mercado, en este caso, el laboral. El descrédito que se hace de la negociación colectiva es aplastante. El primer paso es la descentralización (esta prevalencia del convenio empresarial) y el siguiente, la individualización de las relaciones laborales (desaparición del convenio colectivo), donde el desequilibrio de poderes ente ambas partes es más que evidente. 

Y aquí es donde resulta necesario recuperar la razón de ser de la negociación colectiva. Porque no es un impedimento para que las empresas puedan ajustar sus plantillas y modificar las condiciones de trabajo de forma arbitraria. La negociación colectiva es el medio por el que los protagonistas de las relaciones laborales (empleadores y trabajadores) pactan las condiciones de trabajo, cómo quieren que sea esa relación. Y la negociación colectiva es el mejor medio para equilibrar los poderes a la hora de negociar. En juego está la paz social, porque romper la negociación colectiva es romper, precisamente, el equilibrio.

Laura Pérez Ortiz

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