miércoles, 1 de febrero de 2012

Por el bien de Europa, los ciudadanos primero

El Consejo Europeo se ha reunido de nuevo esta semana para establecer el Tratado Intergubernamental sobre la disciplina fiscal, introduciendo la regla de oro del déficit en las Constituciones nacionales que prohíbe incurrir en un déficit superior al 0,5%. Países como el nuestro son alumnos aventajados en esta materia. De este modo, se ciernen nuevos ajustes presupuestarios en la mayoría de los países. Así, sin ningún rubor. Y todo esto sucede cuando nos desayunamos con titulares como este: “La pobreza atrapa a la clase media europea” (El País, 29 de enero de 2012). Y continúa: “la crisis agudiza los problemas de millones de ciudadanos de la UE”. Esos mismos ciudadanos (y trabajadores) sobre los que se aplican, y se seguirán aplicando, los ajustes presupuestarios. 

Al drama europeo del desempleo se añade otro: los nuevos pobres. Y eso que uno de los objetivos de la casi recién estrenada estrategia Europa 2020 según su prefacio es “más empleos y mejores vidas”, y uno de sus cinco objetivos es reducir al menos en 20 millones el número de personas en situación o riesgo de pobreza y exclusión social en la UE, que alcanzan los 80 millones, y a quienes se une el 8 por ciento de trabajadores que no gana lo suficiente para superar el umbral de pobreza. 

La tasa de pobreza incluye a las personas que se encuentran materialmente necesitados o en riesgo de pobreza, junto a las que viven en hogares con intensidad de trabajo muy baja. ¿Qué quiere decir esto? Las personas que viven en hogares con muy baja intensidad en el trabajo son todas aquellas (niños incluidos) que viven en hogares donde los adultos trabajan menos de 20% de su potencial total de trabajo anual. Las personas en riesgo de pobreza son aquellas que tiene una renta disponible que se sitúa en el 60% de la mediana nacional de renta equivalente disponible (después de transferencias sociales), lo que implica privaciones materiales graves y duraderas. Esto se traduce en que al menos sufren 4 de las privaciones siguientes: no pueden pagar el alquiler, no pueden mantener el hogar caliente, no pueden hacer frente a gastos inesperados, no pueden comer carne o pescado cada dos días, no pueden tener una semana de vacaciones fuera de casa, no pueden tener coche, o lavadora, o televisión en color o un teléfono. Y estas situaciones, aunque nos parezcan lejanas, ocurren a nuestro alrededor. Y bien cerca (una buena muestra de ello son los resultados del informe Income and living conditions in Europe, publicado por la Comisión Europea. 

Si la realidad antes de la crisis ya era preocupante en esta nuestra Europa “social” (con un 24,4% de población en riesgo de pobreza en la UE y un 21,7% en la Euro Zona), la situación va de mal en peor, y peor en España.

Fuente:elaboración propia a partir de Eurostat.
Según los últimos datos de Eurostat, la tasa de pobreza en 2010 se situó en el 21,5% en la Euro Zona, en el 23,4% en la UE y en el 25,5% en España (empeorando en más de dos puntos y medio desde el estallido de la crisis en nuestro país). A la vez, la población de hogares con baja intensidad laboral en 2010 alcanzó el 10% tanto en la Euro Zona como en la UE y en España, si bien el deterioro ha sido mayo en nuestro país, creciendo en 2,5 puntos porcentuales desde 2007.

Fuente:elaboración propia a partir de Eurostat.
Así las cosas, y aunque pueda sonar trasnochado, hoy por hoy Europa, además de austeridad presupuestaria, reformas constitucionales, laborales o financieras, necesita más que nunca repensar sobre la cohesión, la igualdad y la solidaridad. Porque la realidad lo exige. Y porque hay vida más allá de la prima de riesgo, los recortes y las agencias de calificación. Y esa vida la configuran los ciudadanos y los trabajadores europeos, que vivimos, convivimos y sobrevivimos en Europa. No nos olviden. Por nuestro bien, por el suyo, por el de Europa.

Elena Cachón - Augusto Plató

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