¿Aumento de impuestos = reducción de déficit?

Ana I. Viñas - Augusto Plató

Parece que finalmente el gobierno de España admite las dificultades que se está encontrando para alcanzar el objetivo de déficit público en el actual contexto de recesión económica. 

De las decisiones adoptadas y declaraciones realizadas recientemente, se puede vislumbrar la nueva preocupación del gobierno: los recortes del gasto público no son suficientes y es necesario aumentar los ingresos para disminuir la diferencia, es decir, el déficit. 

Los últimos datos señalan un déficit del 8,5% para 2011, lo que significa que el peso del gasto público en la economía (un 43,6%) supera en 8,5 p.p. al de los ingresos (un 35,1%). Durante la etapa de recesión, desde 2007 hasta 2011, se ha podido ver cómo este peso de los gastos en el PIB ha aumentado 4,4 p.p. en España, algo por encima de los niveles europeos, mientras que el de ingresos ha caída 6 p.p., notablemente más que en Europa. Del cuadro se puede deducir que el problema presupuestario español guarda más relación con el escaso porcentaje de ingresos sobre la economía y su negativa evolución durante la crisis, que con el aumento de gastos públicos propios del ciclo económico en esta etapa.

p.p.: puntos porcentuales. Fuente: Eurostat.

Lo que no queda tan claro es que el gobierno esté asumiendo que la reducción del déficit público pasa por la necesidad de incrementar la actividad económica. Porque una cosa es aumentar los impuestos y otra bien distinta es recaudar más ingresos, especialmente si se miden en proporción a un PIB en descenso. 

Resultado de esta nueva preocupación del gobierno es la imposición del copago farmacéutico, la subida de las tasas universitarias y (la más que previsible amenaza desde hace tiempo, ya transformada en) el anuncio de aumento de impuestos indirectos para 2013. Esto significa que seguramente, dada la cuantía de ahorro mencionada (8.000 millones de euros), se establecerán nuevos tipos para los impuestos especiales sobre la gasolina, el tabaco y el alcohol y además, finalmente, se incrementará el IVA. 

Sin embargo, un aumento de impuestos no significa necesariamente que se logren más ingresos públicos ni, por supuesto, un descenso del déficit. De la misma forma que durante la fase expansiva del ciclo la reducción de impuestos llevó a una mayor recaudación, en este caso la presión impositiva puede no servir para alcanzar el objetivo de déficit, medido en porcentaje respecto al PIB. 

Es innegable que la inelasticidad de los bienes y servicios sobre los que recaen las medidas aprobadas y las futuras pueden permitir un aumento de los ingresos. Pero lo que también es cierto es que los impuestos indirectos, como el IVA, pertenecen a la categoría de estabilizadores automáticos: sin la recuperación del consumo y de la producción será muy difícil obtener las ambiciosas mejoras previstas. Más teniendo en cuenta que los resultados de déficit son presentados en porcentaje del PIB. Por tanto, que se logre en 2012 y 2013 el objetivo de déficit, dependerá sobre todo del comportamiento de esta variable. 

Y las perspectivas no son nada optimistas. El avance del INE sobre la Contabilidad Nacional para este primer trimestre del año 2012 acompaña a los resultados de la EPA para ese mismo periodo. Un descenso interanual del PIB del 0,4% y una tasa de paro del 24,4% que ya ha superado los pronósticos del gobierno para el conjunto del año. Por no mencionar las sombrías cifras y previsiones sobre la caída del empleo, de la renta disponible, del consumo de las familias, del gasto público, de la inversión empresarial, de la producción industrial,… en las que, por desgracia, coinciden los principales organismos de predicción, y que definirán tanto la recaudación por impuestos como la evolución de la actividad económica. 

Unas nubes que se extienden más allá de 2012, según indican todos estos organismos, y que ponen en entredicho el excesivo e injustificado optimismo del gobierno para los años posteriores, que en su nuevo cuadro macro prevé la vuelta del PIB a cifras positivas en 2013.