En la Gran
Crisis que se inicia en 1929, la enorme caída de la bolsa de EEUU redujo casi a
cero el valor de cientos de miles de acciones y bonos. Las empresas así
afectadas – particularmente en el sector financiero – se encontraron que su
capital neto era cercano a cero o negativo y enfrentaban la bancarrota. Muchos
ejecutivos, gerentes y presidentes de directorios de esas empresas, se
suicidaron porque se sentían responsables de la enorme pérdida de capital
ocasionada a sus empresas y a sus accionistas.
En la crisis
iniciada en España en el 2008, los altos ejecutivos y directores de las
empresas financieras que se hundieron, no sólo no se suicidaron, si no que
siguieron cobrando los jugosos bonos corporativos a pesar de que las empresas
que dirigían se habían ido a pique bajo su gestión [1].
En cambio, al enfrentar el desempleo y la falta de ingresos para pagar la
mensualidad de la hipoteca, y verse obligados a entregar su vivienda a los
bancos, los que se suicidaban (y siguen haciéndolo) fueron las personas que se
sintieron dolorosamente abrumadas por la combinación del desempleo y la pérdida
de sus viviendas.
Este contraste
señala mejor que cualquier análisis, el dramático cambio registrado en la ética
de los negocios, entre 1930 y la actualidad. En rigor, entre 1980 y la
actualidad porque el cambio se origina en la desregulación del sistema
financiero que tiene lugar desde el principio de los años 80’s del siglo XX. La
desregulación condujo a una actividad frenética para obtener nuevas fuentes de
ganancias, cualquiera fuera su resultado posterior y sin prestar atención
alguna a los principios éticos. A principio de los 1980’s las utilidades del
sistema financiero constituían aproximadamente un 10 por ciento de las
utilidades corporativas registradas en las Cuentas Nacionales de los EEUU.
Hacia el 2006, la participación de las utilidades del sistema financiero se
había elevado a 40 por ciento.
Este dramático
cambio se trasladó también a las empresas productivas de las restantes
actividades económicas, y se llegó a la situación de que un director ejecutivo
de cualquier empresa, se convenció que debía dirigir la empresa con el ojo
puesto en el valor diario de sus acciones en bolsa, y adoptar todas las medidas
necesarias en su empresa, para evitar que la cotización de sus acciones cayera
y en lo posible, aumentara. A partir de ese cambio, las empresas no se guiaban
por criterios de mercados y ventas, por las nuevas inversiones necesarias para
la adopción de innovaciones o por criterios de competitividad externa o interna.
Comenzaron a guiarse por la cotización de sus acciones. En los hechos, la
inversión privada de un sin número de empresas de EEUU. comenzó a guiarse por
la adopción de ese nuevo criterio. Lo que implica que la formación de capital
de la economía comenzó a depender crecientemente de un Gran Casino – siguiendo
las palabras de Lord Keynes en 1936.
La famosa frase…“Lo que es bueno para la General Motors es bueno para EEUU”… fue reemplazada por…”Lo que es bueno para el sistema financiero es bueno para EEUU”… señalizando así un importante cambio. La economía de los EEUU, en un tiempo orgullosa de su industria manufacturera dentro de la cual la producción automotriz ocupó un lugar destacado, pasaba ahora a enfatizar las bondades del negocio financiero por encima de las restantes actividades.
Este proceso no
se limitó a EEUU, si no que se difundió globalmente, se introdujo en Europa y
por ende, también en España. Este proceso tuvo un impacto demoledor sobre la
ética de los negocios, porque la búsqueda de nuevas fuentes de ganancias financieras
independientemente de sus consecuencias posteriores, condujo al aumento de la
codicia, al desenfreno y a una frenética actividad que dejando de lado los
principios éticos, muchas veces trasgredía incluso las normas vigentes. La
ética del capitalismo, tal como la describe Max Weber [2],
fue dejada de lado y remplazada por la ausencia de límites para obtener
ganancias en plazos cortos.
Las
consecuencias de este dramático cambio están hoy a la vista en España. Los
casos de corrupción en los negocios se multiplicaron hasta alcanzar niveles
inéditos. Lo sucedido en las Cajas de Ahorros es parte de ese proceso, como
lo son también los distintos brotes de corrupción en los gobiernos
autonómicos. Actualmente ha sido llevado a prisión con graves acusaciones en
sus negocios privados, un ex Presidente de la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE) – por primera vez en la historia de esa
importante entidad.
El desenfreno y
la pérdida de una ética de los negocios no afectó sólo al sector privado o a
las Comunidades. Iñigo de Barrón – véase El País del 25 de noviembre del 2012 –
nos explica que la desaparición en cuatro años de 41 entidades financieras
sobre un total de 56, es inexplicable sin conocer que ocurrió dentro del Banco
de España – entidad responsable de su supervisión. El citado autor sostiene que
los Inspectores del Banco de España conocían la verdadera situación de los
bancos supervisados y desde el 2003 en adelante informaron de los problemas de
funcionamiento al ente supervisor. De hecho, siguiendo al citado autor, los
inspectores encendieron las luces rojas en diferentes oportunidades. La
hipótesis del citado autor sostiene que las luces rojas fueron apagadas por
altos ejecutivos que respondían a los gobernadores del Banco de España Jaime
Caruana y su sucesor Miguel Fernandez Ordoñez con el conocimiento de los
Ministros de Economía de su época Rodrigo Rato y su sucesor Pedro Solbes, que
no atinaron primero a frenar una economía desbocada y confiaron después en que
la recuperación internacional solucionaría los problemas de las entidades
financieras españolas.
El autor citado
sostiene que la sistemática valoración negativa de los informes de los
inspectores por parte de sus superiores, condujo a generar dentro del Cuerpo de
Inspectores, algo parecido a la autocensura que indujo de ahí en adelante a no
hacer énfasis en los problemas de las entidades. Los inspectores percibieron –
según el autor que se viene citando -que
se enfrentaban no sólo a las autoridades del Banco de España, si no a los dos
grandes partidos políticos (PP y PSOE) cuya intervención se verificó a través
de diferentes canales incluyendo la opinión de los Ministros de Economía. Las
fallas comentadas son hoy conocidas y están publicadas en el Informe del FMI de
mayo del 2012 y en el Memorándum de Entendimiento de la Comisión Europea de
julio del 2012, y han sido expuestas en el Congreso de los Diputados por el
nuevo gobernador del Banco de España, Don Luis Linde. No debería sorprendernos
entonces que el BCE haya asumido la supervisión de la mayoría de las entidades
financieras españolas.
La crisis de la
ética en los negocios afecta a España también desde el exterior. Los
economistas solemos analizar críticamente la combinación de austeridad fiscal
extrema, medidas ingenuas para la reducción de la prima de riesgo y contracción
salarial para reducir costos laborales unitarios, como una “receta” de política
desastrosa promovida por el Gobierno de Alemania y las autoridades de la
Eurozona y la Unión Europea que deja de lado – y es incompatible - con la necesidad de promover el crecimiento.
Pero Manuel Ballbé y Yaiza Cabedo [3] sostienen una hipótesis diferente, si
bien que no aportan evidencia completa y contundente para verificarla. Para
ellos, lo importante no es lo que se explicita si no los objetivos no
explícitos.
Estos autores
sostienen que muy importantes bancos del sistema financiero alemán sufrieron
enormes pérdidas detonadas por la Crisis Global del 2007-08. En muchos casos
esto obligó al Gobierno a generosas y gigantescas operaciones de rescate
financiero. Las pérdidas acumuladas y el nivel alcanzado por los activos
tóxicos, fueron cuantiosos. Hacia el 2009, la filtración de un informe
confidencial del ente supervisor alemán (BaFIN) confirmado por otro de Merril
Lynch, establecía en 800.000 millones de euros los activos tóxicos en el
sistema financiero alemán. Esas pérdidas y altos niveles de toxicidad
financiera, impulsaron a diferentes
integrantes de la banca alemana, a desarrollar operaciones especulativas en
contra de los países del Sur de Europa, muchas veces en forma coordinada con
bancos de otros países – no con bancos españoles - para ir recuperando lo
perdido y mejorar su posición de activos.
De acuerdo a
estos autores, los bancos alemanes afectados en combinación con bancos de otros
países – no con bancos españoles - generaron rumores o validaron opiniones que
inducían el alza de la tasa de interés de los bonos españoles que afectó
también negativamente al costo del endeudamiento privado de España. El alza así
inducida de la prima de riesgo en España, por un lado redujo la prima de riesgo
de los bonos alemanes a una tasa inferior a la inflación de Alemania, lo que
permitió al Estado alemán y a sus bancos privados financiarse casi sin costo, y
por el otro provocó una enorme salida de capitales hacia Alemania, en busca de
la seguridad, que alimentó la demanda por bonos alemanes, el alza de su precio
y la consiguiente reducción de su tasa de interés.
Para estos autores,
esto es lo que explica la sistemática conducta de los presidentes del
Bundesbank, quienes han objetado cada medida en la Eurozona que favorezca una
salida para España. Para estos autores, a nivel de hipótesis, mantener a España
y a otros países del sur de Europa en un pantano financiero, les genera a esos
bancos por las vías señaladas abundantes ganancias [4]. Si la hipótesis levantada por estos autores fuera cierta – y en su trabajo hay
evidencia parcial, no completa, que merecería una investigación más profunda –
estaríamos en presencia de un gran Casino financiero a costa de la crisis y
recesión económica de España y de los restantes países del sur de Europa. En
ese contexto, los objetivos no explícitos explicarían mejor las propuestas que
provienen de Alemania hacia España – y las fallas detectadas en esas propuestas
lo son cuando se analizan sólo los objetivos explícitos, pero dejan de ser
fallas cuando se analiza la racionalidad no explícita.
El gigantesco escándalo
del manejo ilegal de la tasa Libor- Euríbor, en el que aparecen implicados
bancos de la importancia de Barclays, Deutsche Bank, UBS, Credit Suisse, Lloyds
y otros, revelado algunos meses atrás, confirma que determinados ejecutivos de
esos bancos cayeron en prácticas ilegales, no sólo contrarias a la ética de los
negocios, sino contrarias a las leyes vigentes. Lo que demuestra la proclividad
a transgredir normas muy importantes del negocio financiero.
En síntesis, la
crisis financiera y económica de España ha sido precedida y acompañada por una
dramática crisis en la ética de los negocios, particularmente en los negocios
financieros, interna y externa a España, que alcanza niveles nunca antes
registrados. En los meses que siguen a la Gran Recesión del 2007-09, se hacen
propuestas y se debaten medidas para enderezar estos aspectos, establecer
límites y evitar los riesgos conexos, pero a poco andar, los negocios
financieros en todo el mundo consiguen detener estos intentos y regresar al
“business as usual”.
Por
consiguiente, es evidente que en España es necesario no sólo un conjunto de
políticas para recuperar el crecimiento económico y el empleo, sino además,
medidas creíbles para restablecer la ética de los negocios. Esto no es tarea
sólo de un Gobierno, sino de toda la sociedad. Incluye a las Universidades, a
los partidos políticos que deben dejar de “flexibilizar” la ética por
conveniencia, y a las diferentes instituciones de la sociedad. Incluye muy
especialmente a las entidades empresariales, y a las asociaciones de Bancos y
Cajas, ya que a menos que se restablezca una ética de los negocios muy firme,
con límites muy precisos para determinar lo que es aceptable y lo que no lo es,
será muy difícil recuperar la confianza en estas entidades. La pérdida de la
ética y la corrupción que suele acompañarla, se expresa también en un costo
adicional para recuperar el crecimiento de España.
[1]/ Con la excepción de Bankia en la que por instrucciones expresas de la Comisión Europea, se exigió que sus ejecutivos devolvieran en dinero el valor de los bonos corporativos recibidos recientemente.
[2]/ Max Weber, “La
ética protestante y el desarrollo del capitalismo”. 1ª versión en alemán
publicada en 1905.
[3]/ Manuel Ballbé y Yaiza Cabedo, “El ataque alemán desahucia a
España”, El País, 29 de noviembre de 2012.
[4]/ En rigor estos autores señalan varias vías a través de las cuales
los bancos alemanes obtienen grandes ganancias, pero en este texto sólo hacemos
referencia a la más importante.
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